«Instintivamente, todos los habitantes de Mundo Cosa decidimos llamarlo así por una razón lógica y aplastante: vivimos en un mundo lleno de cosas.»
— Berewinder Cáustico, historiador de la antigüedad del
Gremio de Historiadores de la Antigüedad de Bástalon.
Hay mundos y mundos, criaturas y criaturas, impuestos e impuestos. Y Mundo Cosa es un mundo con sus criaturas y sus impuestos, estando dentro de la estadística estándar de constitución de mundos vivos.
También es estándar su diversidad geológica, geográfica y biológica: un poco de todo por aquí y por allá, amontonado a veces, desparramado otras, todo dentro de una esfera más o menos esférica. Unos tiran por la magia, otros por la tecnología, a otros les da igual y otros son unos picaflores.
Como debe ser, todo está jerarquizado: primero los dioses y después los demás, sin jerarquía en este último caso. Bueno, los héroes tienen ciertas ventajas vitales y descuentos en balnearios de varios países, del mismo modo que reyes, presidentes de país y gentes de alto poder adquisitivo y social van por delante en varias cuestiones de la vida de los mundocosianos. Y los magos tienen lo suyo también. Pero aparte de estas jerarquías, los dioses siempre son los primeros.
Que, por cierto, al contrario de lo que muchos cultos religiosos, periodistas y arqueólogos afirman, los dioses no crearon Mundo Cosa. Nacieron en él. Mundo Cosa flota por las vastas llanuras espaciotemporales del universo desde a saber cuándo, y menos se sabe el porqué. Pero a nadie le importa demasiado, así que todos andan conformes.
Los dioses, los dioses. ¿Por qué son los primeros? Porque quieren. Tienen tanto poder que aun siendo los últimos serían igualmente los primeros. Son fuerzas naturales. Incluso algunos deciden los destinos de regiones enteras, mientras que a otros ya les va bien instalarse en algún lugar tomando forma de bosque, montaña o tostadora. De vez en cuando, si sus intereses se topan, inician disputas y después cada cual va por su lado durante unos siglos.
¿Y qué hay del resto de mundocosianos? Hay muchas especies animales, vegetales, robóticas y elementales. Con el paso de los milenios, los mundocosianos se han ido asentando en donde más les convenía, hasta que llegan otros con las mismas conveniencias y entonces, igual que sucede con los dioses, discuten de mil maneras quién se queda dónde y con qué. También conviven, cosa que a los dioses no les va tanto, pero sí a los mundocosianos, que se adaptan mejor a las circunstancias. Es normal: los dioses, por su poder, pueden elegir ir a su aire, mientras que, al resto de habitantes de Mundo Cosa, en general, no les queda otra que adaptarse al devenir de los acontecimientos. Entiéndase «adaptación» como un eufemismo de «fastidiarse-porque-no-me-queda-otra».
Pero que nadie se escandalice. Los mundocosianos suelen vivir bien. Lo marcan sus instintos, sus tendencias más primigenias. La vida busca vivir, y en Mundo Cosa, además, busca vivir bien. Cierto es que esos criterios no son los mismos para todos. «Vivir bien», depende a quién le preguntes, significa comer bien, regentar reinos o cadenas hoteleras o no hacer absolutamente nada, por ejemplo. De hecho, en este último caso, una especie muy perezosa, los altevianos, llegaron a tal extremo de haraganería que consiguieron readaptar sus cuerpos para siquiera tener que respirar. Siguen comiendo, porque el sibaritismo también es un rasgo distintivo de los mundocosianos y no hay especie que no ingiera alimentos.
Es destacable que, en Mundo Cosa, haciendo honor a su nombre, siempre pasan cosas. Las interacciones entre sus habitantes suelen resultar imprevisibles demasiado a menudo, sobre todo para quienes gustan de improvisar, que son muchos. Se concatenan problemas y soluciones que traen nuevos problemas; actores inesperados se suman a las ecuaciones de hechos que no iban con ellos; de repente un dios o uno de sus ayudantes puede ayudarte o perjudicarte al azar; un héroe puede convertirse en villano en un santiamén porque se aburre o porque la perspectiva de las cosas de Mundo Cosa se ha transformado, también en un instante. Y así sucesivamente: nunca sabes por dónde las leyes naturales, los mundocosianos o cualesquiera eventos te van a salir.
Esta es una idea general de lo que es Mundo Cosa: un mundo lleno de cosas que chocan entre sí. Como en alguna historia heroica se narró:
El gran Esquema de la Creación, para empezar, no es un esquema. La Creación es un collage realizado por un demiurgo con armonofobia. Ante eso, cada elemento del collage hace una de dos cosas: o intenta salir corriendo o se queda a ver qué pasa. La primera opción no tiene nombre conocido; a la segunda la llaman vivir.
En próximas entregas hablaremos de las particularidades de Mundo Cosa. Hasta entonces, evitad menosmolar.
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