El siguiente blog lo escribí hace cosa de un año para un blog anterior a esta web.
Hacía algo más de un mes que no publicaba nada. Tenía que terminar un poyesto y me ha mantenido ocupado, aparte de mis proyectos habituales. ¿Y qué es un poyesto? De eso va este blog.
Hace unos meses, estaba hablando con una amiga sobre proyectos que queríamos realizar, cómo abordarlos, etc. Y en un momento de la charla, en lugar de decir «proyecto», balbuceé «poyesto», causando alguna risa y acuñando sin querer un nuevo concepto, que dicha amiga contribuyó a definir.
Un poyesto es un proyecto que no tiene demasiado sentido ni a ninguna parte va. Quizá te lo has pasado bien con él, hasta has aprendido un par de cosas o te ha reportado algún beneficio, pero no es algo que tenga mucho recorrido. Incluso llega un punto en el que te hastía en lugar de entretenerte o aportarte algo.
Es decir, los poyestos están bien, pero hay que saber cuándo parar y pasar a otra cosa. Si te empecinas con un poyesto, al final sufres. No significa que no se termine, pero no hay que alargarlo sin necesidad. Cuando escuchas las cosas que emprendes, reconoces cuáles son sus necesidades. Supongo que esto lo da la experiencia y el saber lo que uno quiere para sí.
Lo bueno de los poyestos, como decía, es que lo que sale de ahí, aunque el poyesto en sí no se convierta en un proyecto de verdad, te puede servir para proyectos reales. Puede ser un nuevo conocimiento, una herramienta, una perspectiva distinta, una mejor regulación emocional e intelectual, lo que sea. Por eso no reniego de los poyestos, porque no es muy habitual saber con certeza si lo que emprendes será una cosa o la otra.
Bueno, eso es todo. Me apetecía compartir este neologismo que ya forma parte de mi vocabulario. Si le vais a dar uso hacédmelo saber, me resultaría gracioso.
Un saludo.
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